Cómo DELEGAR para crecer y no perecer en el intento
Carlos L. Chinchilla Cruz, MBA · feb-2014
Una de las características de las micro y las pequeñas empresas (MIPEs), es el Síndrome de Soy-la. Soy la persona que hace todo porque este es un negocio muy pequeño.
Así nacen la gran mayoría de empresas. Pero llega un momento en que el empresario o gerente se da cuenta de que no puede con todo ni es posible saber de todo. Si no se resuelve esta situación, se puede comenzar a quedar mal y perder clientes y proveedores, condenando a la empresa a quedarse muy pequeña o a desaparecer.
Este síndrome también lo padecen muchas personas en organizaciones medianas y grandes, que tienen tendencia a absorber gran cantidad de tareas y no delegan porque no saben cómo hacerlo o por temor a que las cosas salgan mal.
Existen varias razones para no delegar, entre ellas:
Propensión a absorber tareas y hacerlo todo personalmente.
La costumbre de continuar haciendo algo aún cuando haya cambiado de puesto y se dedique ahora a otras funciones.
Alimentar el ego mediante una mayor exposición ante terceros como una persona que pasa sumamente ocupada, y eso le genera una sensación de autocomplacencia y de gran importancia.
Asumir la idea de ser una persona indispensable. Todos somos importantes, pero ciertamente no somos indispensables, aunque cueste aceptarlo.
Falta de confianza en las habilidades y actitudes de los demás, que anima a no querer tomar el riesgo de que se cometan errores.
No saber cómo delegar.
Si usted delega algunas tareas, le podrá dedicar más tiempo a las actividades estratégicas que le aportan mayor valor. El resultado: podrá crecer pronto.
Pero para delegar, debe tener algunos cuidados esenciales:
Identifique las tareas que delegará.
Seleccione cuidadosamente la persona en quien puede delegar.
Entrene personalmente al delegado una y otra vez, hasta estar seguro y confiado de que hará bien las tareas delegadas.
Establezca un clima de confianza y aclare las responsabilidades.
Delegue con absoluta claridad de lo que espera en cada caso y verifique que la persona en quien delegó, haya comprendido lo mismo.
Para evitar sorpresas desagradables, no se desentienda.
Asegúrese cada cierto tiempo de que las cosas van como deberían.
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